3ºA

Cuentos a imitación de El Conde Lucanor

CUENTO DEL CONDE LUCANOR:

Estaban un día en la plaza de un pueblo sevillano hablando Patronio y el conde Lucanor.

-Hola, Patronio, te tengo que comentar una cosa.

-Buenas, dime.

-El otro día, vi a una chica y me enamoré de ella, fue amor a primera vista pero he preguntado a la gente del pueblo sobre ella y me han contado cosas malas, pero no sé si es cierto o no.

-¡Qué buena noticia! Y sobre lo otro, yo no haría mucho caso a los comentarios de la gente, ya sabes cómo son en este pueblo.

-¿Tu crees?

-Sí, yo la conocería antes de juzgarla.

-No estoy muy seguro de querer conocerla, después de lo que me han contado...

-Te voy a poner el ejemplo de un primo mío, hace unos años atrás vino mi prima Francisca a visitarme, las malas lenguas empezaron a hablar y a especular un sinfín de cosas.

Empezaron a inventar: que si vivía en mi casa, que si estábamos muy juntos, que si nos dábamos abrazos...

El caso es que un día vino el cura a visitarme muy enfadado diciéndome que si no me daba vergüenza estar compartiendo casa con una mujer sin antes haberme casado, que eso era pecado y miles de cosas así.

Entonces yo me informé por el pueblo y descubrí que la gente había dicho toda esa falsa información.

Por eso te digo que no hagas caso a las malas lenguas y no juzgues sin saber.

-Tus historias siempre me ayudan, Patronio, la próxima vez que la vea iré a hablar con ella sin hacer caso a los rumores de la gente del pueblo- dijo el conde Lucanor

Al cabo de un tiempo, Patronio se volvió a encontrar con el conde y le preguntó sobre la chica y él le dijo:

-Estuve hablando con ella y me di cuenta que todos esos rumores eran falsos, desde ahí comenzamos a hablar y al final somos novios.

-Pues como en mi historia te conté

no hay que juzgar sin antes saber,

pues las malas lenguas siempre hablarán

y los rumores nunca cesarán,

te lo digo yo que tengo experiencia

y gracias a mi gran inteligencia,

con estas palabras te tengo que dejar

pues me tengo que marchar a otro lugar.

Eva Álvarez Miguel.


El conde le pregunta a Patronio: "Voy a levantarme más temprano que he quedado con mi tío para irme de caza y, si me levanto más temprano, pues mataré más".

Patronio le respondió: "Unos hombres se fueron juntos a cazar y dijeron si cada uno va por un camino que se parte en dos podrían cazar más que si los dos iban por el mismo camino. Mataron muchísimo; pero, cuando los caminos se juntaron, un cazador creía que su compañero era un jabalí, le disparó y murió".

Patronio al acabar el cuento le dijo: "Es mejor que los dos vayan en dos días a cazar que en uno, además de evitar correr peligro".

Al conde le gustó mucho la moraleja, obró según ella y le fue muy bien.

No hace falta tener mucho y que te sobre, sino tener lo necesario.

Alba del Pilar Curiel Muñoz.


LO QUE SIEMPRE DIO Y NUNCA RECIBIÓ

-Pedro, te quiero pedir consejo porque mi amigo Antonio me ha pedido un favor. Yo tengo una parcela que no uso y me ha pedido que si se la puedo dejar porque quiere tener gallinas y hacer un huerto.

Pedro le dice a Domingo:

-Te voy a contar una cosa que le pasó a mi primo:

Mi primo tenía un terreno que no usaba nunca y su cuñado le dijo que si se la dejaba ya que él no la utilizaba sin obtener nada a cambio. Su cuñado hizo una granja y tuvo animales durante varios años y jamás pagó ni regaló nada a mi primo. El hijo de mi primo, que estaba estudiando fuera, cuando regresó al pueblo dijo a su padre que en el terreno quería hacerse una casa. Mi primo le dijo a su cuñado que necesitaba ese terreno porque su hijo Jesús se quería hacer una casa.

Su cuñado se enfadó mucho cuando mi primo se lo dijo, el sacó todos los animales, derrumbó la granja y destrozó todo el terreno y se enfadó con mi primo y no le habló durante años.

Así que, Domingo, tú haz lo que quieras; pero te digo que por muchos favores que hagas buenos con uno que no hagas serás el malo.

Jorge Donaire Bravo.


LA DISTANCIA

En un día como otro cualquiera en la empresa de informática ITC, Aron tiene un problema, su pareja Verónica y él están pasando por un mal momento. Ella se ha tenido que ir a trabajar a Dublín y él tiene que seguir con su trabajo en Madrid, ahora no se pueden ver en persona y él siente que la relación actualmente no está bien. Como no sabe qué hacer le pide consejo a su compañero Bruno.

Bruno para darle consejo le cuenta una historia de dos jóvenes que estaban en ciudades diferentes, pero su amor era tan grande que hacían todo lo que podían para poder verse el mayor tiempo posible, los dos jóvenes se escribían el mayor numero de cartas que les era posible para que aunque no se vieran sintiesen que estaban cerca el uno del otro.

Finalmente los dos juntos consiguieron reunirse y vivir en la misma ciudad.

Bruno le explica a Aron que, si de verdad la quiere y quiere continuar su relación, debe intentar verla y estar en contacto con ella además de apoyarse en ella y contarle por todo lo que ha pasado en este tiempo que no han estado juntos.

Moraleja: ser una pareja perfecta

no significa no tener problemas

sino saber superarlos junto.

Raúl Alfonso García Duque.


Lo que les pasó a un matrimonio que estaban vendiendo ya el aceite y todavía no habían plantado los olivos

Un día el conde le contó a Patronio una idea que le había propuesto un amigo: "Vamos a comprar un rancho, allí nos haremos una casita en el campo. Tendremos cabras, ovejas, cerdos...

Con los productos que nos proporcionen los animales montaremos una tienda de embutidos que los sacaremos de las matanzas que hagamos al principio y luego ya montaremos un secadero, máquinas para que mezclen todo bien y más rápido que a mano..., al lado podría estar una lechería y podríamos vender los quesos de las vacas, la leche, suero, pan, calostros... y también podríamos vender huevos; pero, claro, tendríamos que comprar unas 60 o 70 gallinas para tener huevos todo el año. Así nos haríamos ricos con el dinero que obtendríamos de los productos y viviríamos muy felices en nuestro rancho, con nuestros animales. El conde pensó que ya que tenía amigos de buena confianza que vendían el pan, los podrían patrocinar diciéndole a la gente (que fuese a su tienda) lo de su negocio y así se iría haciendo famoso".

El conde le pidió consejo a Patronio; pues, por una parte, le parecía buena idea y lo dejaría todo para irse con su amigo; pero por otra parte si la idea no funcionaba lo perdería todo.

-Señor conde-dijo Patronio-, había una vez un matrimonio que vivía en el campo, un día vino el marido y dijo:

-María, María, vamos a comprar un olivar. Cuando nazcan los olivos, cogeremos las olivas y venderemos el aceite.

-¿Y a cuánto lo vamos a vender? -dijo la mujer.

-Por lo menos, a 1 peseta el litro -le respondió el hombre.

-Buah, eso es muy poco, a 3 pesetas -dijo la mujer.

-No, a 3 pesetas no, si quieres subir los precios a 5 pesetas por lo menos -le contestó este. -Bueno, bueno, marido vamos a ver; que no han nacido los olivos y ya queremos vender el aceite.

Patronio le dijo al conde que, aunque le parecía buena idea lo del rancho, le aconsejaba que no lo hiciera, porque tenía que criar a los animales, llevar a cabo las cuentas de la tienda... y era muy trabajoso y a lo mejor no contaba con tanto dinero. No podría dormir lo suficiente, pues tendría que levantarse pronto para hacer pan y acostarse tarde, pues tendría que ordeñar a las cabras y hacer los quesos. Sometería a su cuerpo a mucho esfuerzo y, si no va bien vendiendo los productos, tendría que cerrar todo, pues no podría mantenerse a sí mismo ni a los animales. También le dijo que no intentase correr sin saber andar primero, pues fracasaría en el primer paso que diese, tal vez lo que necesitaba era pensar un poco con la cabeza y dejarse de tanta fantasía pues no iba a llegar a ninguna parte. Además para ser feliz no hace falta gastarse tanto dinero; pues, la felicidad no se paga, la felicidad se consigue en las pequeñas cosas.

El conde razonó sobre lo que le dijo Patronio, obró sobre ello, le fue muy bien y escribió una moraleja:

Antes de correr, tienes que saber primero andar

Leticia García Osado.



El fiero rocín

Un día paseaba el conde por el mercado, allí se encontró con un hombre que le ofrecía a su hija para que se casase con ella .

El conde pidió consejo a Patronio y este le dijo:

- Había una vez un hombre que decía tener el mejor caballo de todo el reino y que nadie podía poseer un caballo tan rápido como el suyo. Al final de cada conversación el hombre ofrecía en venta a su caballo.

Un día un hombre se interesó por ese caballo tan famoso. Cuando le dijo que se lo enseñara, este no puso problema. Cuando el hombre lo vio, no se lo podía creer: era un penco, estaba en los huesos y era feo con los pelos largos y roña en las orejas.

Con esta historia Patronio quiso explicarle al conde que las personas no dan las cosas por ser buenas si no por estar en malas condiciones.

Nadie vende su jamelgo

por bueno


Jesús Medina Zapata.

Abril era una niña de catorce años que vivía en un campo al lado de un pueblo, Los infiernos, en Murcia. Tenía una hermana de nueve años llamada Rebeca. A pesar de que se llevaban cinco años se llevaban muy bastante bien.

Rebeca un día quería salir a dar un paseo por el bosque con su hermana y ella le dijo que no que podía ser peligroso. Rebeca esa misma noche a la hora de irse a dormir, le preguntó a su hermana por qué sus padres no les dejaban salir solas por el bosque y por qué le decía que podía ser peligroso si solo había animalitos preciosos. Abril le contó lo que a ella le pasó con ocho años.


Un día de primavera estaba aburrida en su casa y, después de acabar los deberes, les dijo a sus padres que estaría fuera jugando con un balón y ella se fue a dar un paseo sin avisarle a nadie. Pensó que no pasaba nada y se fue. Cuando estaba ya un poco alejada de su casa, empezó a escuchar ruidos, como de alguien andando hacia ella y se asustó mucho. Decidió darse la vuelta para no perderse y también porque se estaba haciendo de noche. Cuando iba de camino a casa, se le apareció un perro gigante delante de ella, el cual no la dejaba pasar. Ella empezó a gritar muy asustada. De la nada apareció un hombre y ella se asustó mucho más, el hombre había sacado de paseo al perro, decidió atar el perro y preguntarle que si se había perdido. El hombre era muy amable pero ella no sabía si fiarse, él la acompañó a su casa y le dijo a sus padres donde la había encontrado, a ella no se le había pasado el susto y su madre la regañó por lo que había hecho y la hizo entender que no le había pasado nada, pero que podría haberle pasado. Desde ahí entendió que si sus padres se lo decían era por algo.

Rebeca aún era pequeña y no entendía cómo le pudo asustar tanto un perro, pero se le quitó de la cabeza lo de salir ellas dos solas, así que avisaron a sus padres y la tarde siguiente salieron los cuatro a dar un paseo por el bosque.

Moraleja: hay que hacerse caso de los padres, ya que si lo dicen será por algún motivo.

Mercedes Miguel Piñas.

Una vez estaba hablando el conde José con su consejero Raúl y le dijo:

Raúl, un señor me dijo que era muy rico y que se iba a adueñar de todo como siguiese siendo así de rico, querría que me dieses un consejo.

El consejero le contó una anécdota que decía así:

Érase una vez un hombre muy rico que se burlaba de los demás porque no tenían tanta riqueza como él. Él se dedicaba a la guerra y, como ganaba todos los territorios, era así de rico.

Era muy egoísta, porque decía que era suyo y que no iba a dar a nadie.

Un día, decidió enfrentarse a un rey muy poderoso. Como era tan rico, le daba igual perder porque no le iban a quitar el reino. Cuando se enfrentaron, el contrincante ganó la batalla y al hombre le dejaron herido y se llevaron su riqueza. Cuando llegó al pueblo donde residía, le empezaban a abuchear y a reírse de él, porque ahora era el más pobre de su pueblo. Como no tenía ni comida ni bebida, a los diez días se murió.

El consejero le dio un consejo que decía que no hay que burlarse de las personas por su dinero. El conde José actuó de esa manera y le fue bien.

El autor escribió estos versos:

Más vale no ser tan egoísta

porque la muerte llega deprisa.

Moisés Belmonte Delgado.


Un jueves por la mañana en una tutoría en la clase de 4ºB un alumno le pregunta a la profesora que si se podían ir de intercambio con los de la clase de 4ºA y la profesora le respondió con la siguiente historia:

Hace algunos años en una clase de un instituto de Sevilla se fueron de intercambio 3º y 4º de la E.S.O, se fueron de intercambio a Italia y tuvieron que coger el metro y, como no les dio tiempo porque estuvieron enredando en el hotel, la mitad de ellos se quedaron en tierra, además de que se perdieron y entonces se tuvieron que quedar un día más en Italia para buscarlos.

Moraleja:

Si con la hora ajustada vas

y tarde no quieres llegar

para a tiempo poder estar

no te pongas a enredar

Guillermo Bravo Cercas, 3ºA.


CUENTO DE EL CONDE LUCANOR

-Buenos, días Patronio- saludó como cada día el conde Lucanor a Patronio.

-Buenos días, conde, ¿Qué desea?- le respondió Patronio.

-Pues mira, Patronio, venía yo a preguntarte sobre un tema que me tiene preocupado.

-Cuénteme de qué se trata.

-Estoy pensando en montar una tienda artesana en la que mis empleados fabriquen con barro distintos tipos de vasos, jarrones, platos...- dijo entusiasmado el conde.

-Es muy buena idea, pero, ¿qué es lo que le preocupa exactamente?- dijo curioso Patronio

-Pues mira, amigo mío, yo la tienda la quiero montar cuanto antes para obtener dinero de ella rápidamente y para eso había pensado en contratar a un empleado lo antes posible, cualquiera que tuviera un poco de idea valdría, también pensé en que, como el material bueno tarda unos días en llegar, pues puedo utilizar uno que sea de menor calidad y la tienda puedo esperar y arreglar los desperfectos más tarde en vez de cambiarlos antes. ¿Usted qué piensa Patronio?

-Pues mire, conde, yo le voy a responder con una historia similar a esta:

En un pueblo cercano a la orilla del río se encontraba una niña muy avariciosa, ella siempre quería tenerlo todo y ser la mejor en todo, pero en la escuela no lo conseguía.

Ella no quería hacer sus ejercicios porque tardaba mucho, pero para ser la mejor de la clase y tener la admiración de todos tenía que hacerlos y terminarlos la primera.

El primer día intentó hacerlos, pero como tardaba mucho, el segundo día decidió que los haría deprisa y que le daría igual si los tenía bien o mal. Ella hizo sus ejercicios muy deprisa y se lo dijo a su maestro, este quedó muy sorprendido y la felicitó, al igual que sus compañeros. La niña estaba muy feliz, pero a la hora de corregirlos, lo tenía todo mal, su profesor la castigó y sus compañeros se rieron de ella y esa niña aprendió la lección.

-Qué sabio relato.

-Conde Lucanor, le merecerá la pena esperar el tiempo que haga falta, usted montará su tienda más tarde, pero lo habrá hecho bien y sus productos serán de calidad, al igual que si la niña de la historia hubiera hecho los ejercicios despacio, habría tardado más que sus compañeros pero los habría tenido bien.

-Muchas gracias, Patronio, ya te contaré que tal me ha ido- concluyó el conde.

Un mes después el conde Lucanor fue en busca de Patronio para contarle su buena noticia.

-Patronio, querido amigo, qué razón tenías, abrí mi tienda más tarde, pero ahora gano mucho dinero, porque mis productos son de una calidad excelente y no se encuentran en todas partes y también, al reformar el sitio donde se encuentra la tienda, he conseguido un lugar muy bonito al que la gente pasa a mirar y por último al contratar a un empleado con experiencia he conseguido vender productos bien hechos- dijo muy entusiasmado el conde.

- Antes de rápidamente actuar,

hay antes que pensar,

pues amigo, las prisas no son buenas

si hay algo que arreglar,

esperar un poco nunca está de más- dijo Patronio.

-Amigo, sin usted y sus historias nunca podría haber llegado a abrir mi tienda, gracias y hasta otra ocasión- se despidió el conde Lucanor.

FIN


Beatriz Casco Búrdalo.

Cuento de la Madre Gregoria

La hermana Gertrudis estaba muy alterada y llamó corriendo a la madre Gregoria porque a su hermana le había surgido un problema.

-Madre , me ha llegado esta mañana una carta de mi hermana que me decía lo siguiente :

Hola hermana:

Ya hace unos días que llevo pasando bastante hambre debido a que me han despedido de mi trabajo y ya no tengo suficiente dinero como para comer. Se me ha pasado por la cabeza la idea de robar (cosa que nunca he hecho;) pero la verdad es que estoy muy mal. Ya te contaré.

Besos

Amelia

La madre bastante sorprendida por la situación de Amelia le contó a Gertrudis la siguiente historia:

El lobo y las lechugas

Había una vez un lobo llamado Paquito, que llevaba ya unos cuantos de días sin probar bocado de nada y estaba empezando a pasar muchísima, pero muchísima hambre y se le ocurrió la brillante idea de ir al huerto de don Bartolo, un cazador de las cercanías.

Al llegar allí, no vio nada apetecible, unos tomates, unas simples lechugas... Y pues, al no ver nada interesante, se fue.

A la mañana siguiente, fue otra vez y estaba igual que el día anterior y se fue aunque tuviera más hambre que el día anterior.

Al día siguiente ya estaba cansado de esperar, saltó al huerto y empezó a comerse las lechugas. Don Bartolo, al escuchar ruidos en su patio, sacó la pistola y mató al pobre Paquito .

-Dile a tu hermana que ni se le pase por la cabeza robar jamás y que hay otras soluciones más eficaces que realizar una hazaña como la que hizo Paquito en la historia.

-De acuerdo hermana, la verdad es que tus historias me sirven de mucho. Ahora mismo me pongo a redactar la carta para mi hermana.

Y así Amelia no hizo nada malo para sí misma y la madre superiora nos hizo aprender una vez más que robar no nos saca de nada, sino que nos mete en un lío peor y esta moraleja dice así :

"Hambre y mucha hambre voy a pasar

Pero jamás en mi vida debo robar".

Sira Donaire Robles.


EL CONSEJO DE LA MADRE

Una hija llega a su casa un poco preocupada y le dice a su madre :

-Mamá, por favor , tengo una duda y vengo a pedirte consejo .

La madre la escucha atentamente y la hija le cuenta que le ha tocado la lotería y no sabe qué hacer con ese dinero. La madre la mira y le dice:

-Mira, hija, te voy a contar una cosa que le pasó a un hombre en este pueblo y a su hermano. El hombre se llamaba Ezequiel y el hermano Roberto, los dos tenían una empresa en conjunto que daba muchos beneficios los cuales los hizo rico a los dos. Ezequiel era más cuidadoso y él seguía trabajando como si no tuviera casi nada e iba ahorrando poco a poco, sin embargo, su hermano Roberto era más derrochador y, como tenía mucho dinero, se lo gastaba en viajes, fiestas ...

Vino una crisis muy importante y muchas empresas cerraron, se vinieron abajo. Y ¿qué pasó? Pues que Ezequiel, como había estado ahorrando, no tuvo problemas con la crisis porque tenía mucho dinero ahorrado; pero su hermano Roberto no tenía nada, pasó de ser muy rico a tener que pedir ayuda a su hermano para poder tirar para adelante por no haber ahorrado cuando tenía más dinero.

La hija comprendió lo que quiso decir su madre, que aunque tuviera en ese momento mucho dinero en un futuro no se sabía.

MORALEJA: Si trabajabas y ahorras cuando lleguen tiempos difíciles no tendrías ninguna preocupación.

Ainhoa Gómez Díaz.


El cazador que poco caza.

Como un día cualquiera el Conde Lucanor tenía una duda:

-Patronio, ¿me podrías ayudar con este dilema? Es mi sobrino que se casa y no sabe con quién, él dice que todas son perfectas y él quiere casarse con todas; aunque yo lo veo un poco absurdo, dime tu opinión sobre este asunto.

-Señor Conde, os voy a contar una historia, un día un cazador iba de caza a los bosques en busca de zorzales, el cazador tenía ya el puesto preparado. Este se colocó en el puesto y esperó. Al principio, le vino un pájaro, no le tiró, al rato vinieron dos, tampoco los tiró, después vinieron tres ni siquiera los vio. El cazador, como ya habéis notado, era muy avaricioso. Esperó hasta que pasaran diez o más; entonces les disparó. Como eran muchos no dio a ninguno, la avaricia le quitó la puntería; puesto que quería matar a todos y eso no es posible.

Por tanto, Conde Lucanor veis que tu sobrino está equivocado, no se puede tener todo, es mejor tener algo que no tener nada, la avaricia es mala, pues hace pensar que se puede tener todo pero no es así. Por ejemplo, ¿vos creéis que esas chicas se casarían todas con su sobrino? No creo, todas se enfadarían y al final no se casaría con ninguna.

Al autor le pareció buen cuento el de Patronio y escribió estos versos:

Más vale algo en mano

que cosa que estés mirando.

Gabriel Gómez Silva.


IES FRANCISCO DE ORELLANA. Responsable de la página: Sonia Gara Arboleya Olivares
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